Fentanilo contaminado: exempleada denuncia condiciones extremas y falta total de controles

Nuevas acusaciones complican al dueño del laboratorio HLB Pharma, así como al personal jerárquico de la empresa. Una mujer, que dice haber trabajado como analista de microbiología en el laboratorio Ramallo, detalló cómo fue la elaboración de las ampollas de fentanilo que estaban contaminadas y que ya causaron casi 100 muertes en el país.

La exempleada -que prefirió hablar con identidad reservada- aseguró que la firma trabajaba con personal sin capacitación; hacía controles microbiológicos falsos, bajo la ausencia total de trazabilidad; y tomaba decisiones que, según su testimonio, puso en riesgo la vida de miles de personas.

El laboratorio Ramallo fue el lugar donde fabricaron las ampollas que luego distribuyó HLB Pharma, la firma de Ariel García Furfaro. La investigación judicial está en manos del juez federal Ernesto Kreplak, que sospecha que la empresa operaba bajo un esquema plagado de irregularidades. La denuncia de la exempleada refuerza esa hipótesis.

“Todos sabían que ese lote de fentanilo estaba contaminado”, denunció la trabajadora en diálogo con Radio Rivadavia. “Dio positivo dos veces. Nos pedían que lo analizáramos de nuevo. Pero cuando nos llegaban los últimos resultados, el lote ya estaba afuera”, indicó.

La mujer trabajó durante tres años en Ramallo, en el área de microbiología, y fue testigo directa de cómo se manejaba la producción, especialmente de los inyectables como el fentanilo. “No nos asombra lo que pasó. Todos los que trabajamos ahí sabíamos cómo se hacían las cosas”, sostuvo.

La mujer relató que había empleados en las líneas de producción que ni siquiera habían terminado el secundario. “Había gente que no sabía leer y que manejaba formulaciones, la limpieza de las líneas y las liberaciones de la producción. Quienes los supervisaban con suerte tenían el título secundario. Nadie estaba capacitado”, aseguró.

Lo más grave, indicó, era que “los análisis microbiológicos no se hacían”. “Se completaban planillas a mano, con resultados inventados”, sostuvo. “Se contrataba gente específicamente para eso. Por ejemplo, para llenar los papeles de los controles ambientales que hay que hacer antes de cada formulación. Eso nunca existió”, explicó.

“Cuando alguna vez quisimos hacer bien los análisis, estallaban de bacterias. Te tiene que dar cero, pero daba altísimo. Esto sucedía por mala manipulación, por falta de limpieza y por la ignorancia de muchos que no sabían ni cómo se hacía su trabajo”, reclamó.

La trazabilidad, un proceso que es fundamental para garantizar que cada paso del proceso esté documentado y sea auditable, simplemente “no existía”, aseguró la exempleada. “No se controlaba nada”, insistió.

Uno de los momentos más críticos fue cuando les anunciaron que iban a empezar a fabricar anestésicos potentes. “Nos quedamos impactados porque no teníamos ni refrigeración. El fentanilo se hizo en pleno verano, con más de 35 grados en el ambiente”, dijo. “Los fraccionadores a veces trabajaban en ropa interior, con las puertas abiertas. No andaba el aire acondicionado”, reclamó.

De acuerdo a la exempleada, el laboratorio no respetó las condiciones básicas de temperatura, esterilización ni cuarentena para fabricar el lote de fentanilo. “Ese producto es termolábil, no se puede calentar, hay que filtrarlo y esperar los análisis. Pero nunca se esperaba la cuarentena legal. Nos enterábamos de que estaba contaminado cuando ya estaba en la calle”, aclaró.

También recordó una partida que salió del laboratorio de manera totalmente irregular: “Hubo un lote que se vendió en plena pandemia, sin refrigeración, en un camión de galletitas. Fue a parar a Tucumán”.

“En los años que estuve, jamás hubo una auditoría real de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Ellos le avisaban a Furfaro qué lotes iban a revisar y los acomodábamos para que dieran bien. Nunca entraron de sorpresa. Si lo hubieran hecho, veían todo esto”, reclamó.

Recién en diciembre de 2024, cuando la crisis ya era evidente, la ANMAT pidió clausurar el laboratorio. Para la denunciante, ya era tarde: “Furfaro siguió trabajando igual, aunque le habían avisado que iba a pasar la comisión. No le importaba nada”.

También contó que el agua con la que fabricaban los medicamentos era analizada una sola vez por semana, con muestras tomadas los domingos a la noche. “Solo se hacían pruebas para hongos y bacterias. Los coliformes totales y otros análisis directamente no se hacían”, agregó.

“En Ramallo no se hacen comprimidos, se hacen inyectables que van directo al cuerpo humano. Estamos hablando de una droga delicada como el fentanilo, que requiere condiciones muy estrictas. Era cuestión de tiempo para que pasara algo así”, reflexionó la mujer.

En ese sentido, enfatizó: “Todo se sabía. Desde la jefa de microbiología, hasta la gerenta de calidad, sabían que ese lote estaba contaminado. Se comunicó por mail que estaba mal, pero igual lo sacaron a circulación porque siempre se hizo así”.