Alberto Fernández llegó a Bali para participar de la cumbre del G-20

Alberto Fernández llegó hoy a Bali, Indonesia, para participar de la 17 Cumbre del G-20. En las próximas 48 horas, el Presidente tendrá una agenda de trabajo que incluye discursos, bilaterales, cenas y reuniones. El arribo se produjo después de más de 16 horas de vuelo desde París, ciudad a la que arribó el jueves, invitado por el presidente galo, Emmanuel Macron, para participar del Foro por la Paz.

El mandatario bajó en Bali escoltado del ministro de Economía, Sergio Massa, y del canciller Santiago Cafiero. Fue recibido con un baile típico de la zona, llamado Tari Pendet, bajo un calor intenso y húmedo que caracteriza la zona. El cielo estaba nublado. Luego de eso Fernández salió rumbo al hotel en el que se hospedará, el lujoso Meliá Resort.

Durante el vuelo, y por primera vez en mucho tiempo, las turbulencias que sufrió Fernández fueron externas y no internas. Acostumbrado a los cimbronazos que emanan desde su propia coalición de gobierno, esta vez fueron las inclemencias del tiempo las que marcaron el ritmo de las horas.

En gran parte de las 16 horas de la travesía que unió París con Bali, la nave de Aerolíneas Argentinas se sacudió de forma casi constante. La luz de advertencia para mantener los cinturones de seguridad estuvo encendida buena parte del vuelo e incluso se demoró el servicio de cena por los movimientos que comenzaron apenas se dejaba atrás suelo europeo, se sobrevolaba el océano atlántico y se surcaba el índico. Menguaron apenas un par de horas antes de arribar a la isla que desde hace meses se prepara para recibir a la veintena de delegaciones nacionales que participarán de la 17 edición del G-20.

Acostumbrado a los movimientos, Fernández aprovechó el vuelo para avanzar en el discurso que dará este martes en el comienzo de la Cumbre. Lo hizo mayormente solo, aunque cerca de él, todos sentados en diferentes y confortables butacas del sector de primera, estaban los miembros de su reducida comitiva y objetivos de posibles consultas. Desde el canciller Cafiero; el secretario general de presidencia, Julio Vitobello y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, tres de los leales desde antes de que Fernández llegue a la presidencia, hasta el ministro Massa, a cuyo desafío de estabilizar la economía local se abrazan en el Frente de Todos y la portavoz Gabriela Cerruti.

También estaba Jorge Argüello, embajador argentino en Washington, a quien en el gobierno señalan como fundamental para destrabar la relación con distintos organismos y personajes en la capital estadounidense. Argüello viaja en su calidad de sherpa argentino del G-20, una suerte de negociador y coordinador del país frente a las diferentes naciones que se dan cita en el encuentro y los organismos que también lo hacen.

Junto a la Argentina participarán de las próximas 48 horas: Alemania, Arabia Saudita, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, EE. UU., Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, el Reino Unido, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea. También lo hará, como invitado, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, lo hará de forma virtual y su presencia quedó ratificada una vez que se supo que no vendría Vladimir Putin, ya que esa era la condición de Zelensky para participar. Además de Rusia, Brasil y México también serán representados por sus cancilleres y no por sus presidentes.

Por el conflicto bélico no habrá foto de familia. Lo más parecido que habrá a esta situación será una visita al bosque de los Manglares de Tamán Hutan Ray Ngurah Rai, a la que asistirán los representantes de todos los países.

Además de delinear su discurso, Fernández aprovechó el vuelo para descansar unas horas. No muchas. Es un consejo que en su equipo le escucharon hace tiempo a Walter Kerr, el hombre de Cancillería que lleva más de 30 años traduciendo a los mandatarios argentinos y con gran experiencia en viajes. Es la forma de ir adaptándose a los horarios de los puntos del mundo que se visitan, aseguran.

Algo fundamental de cara a las próximas 48 horas frenéticas que Fernández y su comitiva tendrán en esta ciudad. Y que comenzarán esta misma noche de Bali con una cena con el presidente Emmanuel Macron y sus pares de Egipto, Sudáfrica, India, y Senegal. Seguirá mañana con el discurso de Fernández, y en lo sucesivo con bilaterales con Xi JinpingKristalina Georgieva y un meeting grupal con Joe Biden. Todo también parece estar dado para que en las próximas horas se sumen al menos otros dos encuentros bilaterales, previos a la vueltas prevista para este miércoles.

Todo eso fue parte de lo charlado en distintas conversaciones en el avión que trasladó a la comitiva. También el viaje de Cecilia Todesca Bocco a Washington, para cumplir los pasos de su candidatura al BID junto con la ansiedad por el índice de inflación que se conocerá en las próximas días.

En el largo vuelo hubo también espacio para distintas comidas e infusiones, como el caso de Massa que desde que subió al avión estuvo mate y termo en mano. Fanático de esa infusión, toma cada uno de los amargos que se ceba hasta el final.

Fernández, por su parte, mantuvo la dieta que él mismo se impuso hace algunas semanas en Buenos Aires y que le permitió bajar, según asegura, unos 10 kilos. Eligió su menú entre las diferentes opciones que se ofrecieron e iban desde una variedad de ensaladas primero hasta carne, pescado o pastas después. El mandatario optó por pescado y ensaladas. En primera también hubo una exquisita degustación de quesos franceses que se subieron en tierra gala y que probó el Presidente.

El cuidado que se autoimpuso es celebrado entre sus leales. “Falta que tenga la disciplina de Julio (Vitobello) y salga a correr”, dijo entre risas días atrás un funcionario. Vitobello, amigo de Fernández desde la juventud, es reconocido en las filas del albertismo por su disciplina y moderación. Además de ser considerado quién más y mejor intenta cuidar al mandatario. “Ojalá lo escuchara más”, se lamentó a través de un mensaje un funcionario desde Buenos Aires.

Gestos de distensión

Desde que la comitiva abordó el vuelo, tras haber disfrutado de un almuerzo en el Embajada argentina en París, también se buscaron dar gestos de distensión. Así lo mostraron las fotos que distribuyó presidencia a la prensa minutos antes del despegue.

Un contraste con la realidad que produce en gran parte de los presentes la tensión por conocer los números que arrojará en pocas horas más, desde Buenos Aires, el índice de inflación de octubre. Nadie tiene dudas de que de ello está amarrado el futuro del gobierno.

Massa, que estaba inicialmente invitado desde el comienzo de esta gira, que tuvo a París como primera escala, se sumó recién este sábado en la capital luz, previa salida a Bali. El funcionario se muestra obsesionado por ordenar las cuentas “para cerrar bien el año”.

También por la lista que presentó el técnico Lionel Scaloni de cara al próximo Mundial. Según cuentan, está convencido que Ángel Correa no debería haber sido excluido del listado final y que Gio Simeone tendría que haber estado convocado. Parte de su orgullo en materia de fútbol, cuentan, pasa porque el sparring que viajará a Qatar, es de Tigre, el club de sus amores. Esa conversación se dio cuando el avión se acercaba a sobrevolar Doha, la capital de Qatar. El funcionario, agregan, también contó que le tiene completamente prohibido a sus funcionarios que viajen a ver el torneo.

Poco antes del arribo a Bali, Fernández se acercó al baño que tiene reservado prácticamente en el fondo del avión para cambiarse. Es que en vuelos regulares está reservado para personas con discapacidad por lo que tiene más espacio para ponerse a punto para el descenso del avión y hacer las fotos correspondientes.

Tras el arribo, la comitiva fue dirigida al exclusivo hotel resort Meliá, en la zona sur de la isla. Allí, después de realizarse los test obligatorios de PCR para detectar o descartar Covid, comenzarán las actividades en medio de un fuerte operativo de seguridad.

Denominado “Puri Agung” el operativo tendrá unos 18.000 soldados y policías desplegados en la zona de Nusa Dua, en el sur de la islas allí se ubica el Apurva Kempinsky, el hotel que será base la cumbre, en un perímetro colocado bajo protección militar.

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