La postura de Martín Guzmán ante el despido de Kulfas
Cuestionado por el kirchnerismo, habla de un triunfo en el 2023. Frente a los ministros que le preguntaron cómo, aseguró que “el peronismo va a ganar las próximas elecciones para que se profundicen el trabajo y la producción”.
La salida del Gobierno del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, dejó al presidente Alberto Fernández con un sólo alfil de peso cuidándole las espaldas. La referencia es para el jefe de Economía, Martín Guzmán, que en el último tiempo ha adquirido, a la par de las fuertes críticas del kirchnerismo, una especie de suma del poder para intentar revertir la curva inflacionaria en no más de dos o tres meses. Es el pupilo del Nobel Joseph Stiglitz el último de los albertistas nyc y el que representa la ideas del primer mandatario a la hora de construir un plan económico.
En su entorno, confirman que seguirá en el cargo y que la salida de Kulfas no es una señal, también, hacia él. Más allá de las especulaciones, en la lista de no queridos, Cristina Kirchner tenía apuntados a Kulfas, al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, al titular de Trabajo, Claudio Moroni y a Guzmán. El titular de Hacienda viene teniendo en el marco de las internas un comportamiento particular, empezó a hablar de política electoral hace unos días, evita entrar en los cruces públicos y sigue afirmando que la inflación irá a la baja.
Por esas paradojas del destino, si la salida de Kulfas redundara en una elección de un reemplazo con características más duras, sería esa la mejor noticia para un Guzmán que precisa rigurosidad en el trato de corto plazo con los sectores del poder económico. Ésta última es hoy casi la única posibilidad de éxito que podría tener la contención de los precios.
Los pronósticos electorales de Guzmán
La escena es curiosa por donde se la mire. En la última reunión de Gabinete en Casa Rosada, el martes pasado, el jefe de los ministros, Juan Manzur, les pidió a los titulares de cada cartera insumos técnicos, números y diagnósticos para usar en el marco de su primera exposición ante el Senado.
Cuando le llegó el turno al ministro de Economía, Martín Guzmán, hubo sorpresa generalizada. Cerca del final de una catarata de datos y explicaciones, el funcionario aseguró que “el peronismo va a ganar en 2023 para seguir profundizando el modelo de producción y crecimiento del empleo”.
Según reconstruyeron ante PáginaI12 varios de los presentes, algunos se miraron y otros, unos pocos, le pidieron que explique cómo se llegaría a esa instancia en el escenario actual. Es que, precisamente, buena parte de los debates internos del Frente de Todos partieron de la crítica a la política económica de Guzmán que, entienden en el kirchnerismo, es la que pone un signo de interrogación a la posibilidad de un triunfo el año próximo, aún frente a un contendiente con el boletín en rojo en materia de mejoras en las condiciones de vida de la población.
Fue la primera vez que, en público, el ministro dio una definición político electoral, no tan esperable en un cuadro que viene de la academia y que, hasta ahora, pasaba los días gambeteando referencias de ese estilo. Sin embargo, la frase no era una novedad para su círculo de confianza, que lo viene siguiendo en esa línea hace algún tiempo y afirma que se verán más gestos de este estilo de aquí en más. Un Guzmán más político. Sí fue una situación poco habitual para sus pares, porque si bien no son pocos los que ven datos positivos en la economía, esos mismos observan que la inflación y la distribución del ingreso en el marco de la recuperación sigue siendo un asunto central.
El impacto de la salida de Kulfas
Guzmán es, en carácter y comportamiento corporal, un predicador testarudo que está convencido de que su plan será exitoso y que no se vio acechado con la salida de Kulfas, a la que no leyó como una crítica que podría extenderse como una mancha de aceite. En esa mesa de ministros, y fuera de ella, mientras arrecian estimaciones privadas de inflación que ya ponen al año por sobre el 70 por ciento, él da una visión alternativa. Que seguirá la curva descendente en el Índice de Precios al Consumidor (Indec), incluso cuando en las últimas horas hubo correcciones al alza de los privados respecto a los números de mayo.
Según el cálculo de Guzmán, el mes que se fue tendrá “unas cuantas décimas menos que abril”, con un número más cercano al 5 por ciento, viniendo del 6,7 de marzo y el 6 de abril. Luego, habría una estabilización de algunos meses en un 4 por ciento, para finalizar el año en 2 por ciento. “No es una buena inflación”, admiten de todos modos en su entorno y él mismo lo sabe, pero sostiene que la baja estadística “paulatina” es suficiente para que no haya luego un rebrote que supere al pico de marzo.
Aclaran, de todos modos, que nadie tiene la bola de cristal para saber hasta dónde escalará el conflicto bélico en Ucrania, que se instaló como un condicionante global de las inflaciones. De hecho, esta semana, volvieron a dispararse los precios en los países de la zona Euro y en Estados Unidos. En este último país, eso derivó en una guerra dialéctica entre el presidente Joe Biden y la Reserva Federal sobre qué medidas tomar.
La mayor curiosidad de los que lo escucharon hablar de política fue cómo salir de la trampa inflacionaria sin resentir los ingresos, dado que una baja fuerte no se observa en el cortísimo plazo. Guzmán es allí reacio a los pronósticos y avanza en una certeza: que sí o sí este año los salarios le van a ganar a los precios por un márgen mayor al que los vencieron en 2021, donde hubo casi un empate en los sueldos formales y una derrota de 10 puntos en los informales. Esa aseveración tiene una contra: la política y la interna oficial lo obligan a tener resultados en no más de dos o tres meses para testear si esa baja de los precios es palpable. Lo que ocurra en ese período será lo que, al fin y cabo, aglutine o no al Frente de Todos, más allá de las escenificaciones y fotos de ocasión. El partido se define en la cancha, que hoy está barrosa, con lluvia y sectores donde la pelota no rueda.
La teoría que lo impulsa
Uno de sus pares contó a este diario que el ministro asegura que si hoy se fortaleciera el programa económico, con los niveles actuales de producción y empleo, eso se vería aún más claro más cerca de las elecciones del 23. Cuando lo consultó Manzur, Guzmán deslizó además que hay una economía con “agregado de valor y más diversificada”, que puede llegar a los 80.000 millones de dólares en exportaciones sobre los 59.000 millones de dólares que había en 2019. En paralelo, calcula el ministro que el perfil de pago de deudas es muy distinto al que había en el inicio del Gobierno de Alberto Fernández.
Todos esos apuntes refieren a la necesidad de nutrir de divisas a las arcas del Banco Central (BCRA), uno de los problemas más serios que afronta el Gobierno y que recibió una fuerte crítica de la vicepresidenta, Cristina Kirchner, el viernes en los 100 años de YPF en Tecnópolis. Allí aseguró que hay que cuidar el festival de importaciones, en clara referencia a que es errónea la idea oficial de pagar en divisas cualquier cosa que no tenga que ver con producir en el país. En la reunión antes citada, Guzmán les explicó a los ministros que en la era Macri hubo 12 mil millones de dólares de la especulación financiera que entraron sólo para aprovechar el retorno. Situación que, según el ministro, se está limpiando y seguirá en esa línea.
Otros inyectores de divisas frescas, además del agro, serían los sectores de la energía. Por eso, y si bien fue parte del acto de Tecnópolis en primera fila, el ministro salió en la previa a ponderar en público y en privado la decisión de CFK de recuperar YPF en el año 2012.
El Fondo y los factores de poder
El próximo martes, habrá un discurso técnico y política de Guzmán en un ring pesado. Cerrará el ministro la convención anual de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). Comandada por la tríada Techint-Clarín y Arcor, ya marcó la cancha con dos gestos. En vió un mail de prensa con la participación del ministro cuando aún no estaba confirmada y, en paralelo, pone a los titulares a hablar ante el público. Habrá discurso de Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Alfredo Coto, Héctor Magnetto (Clarín) y Federico Braun (La Anónima). Todos, según supo este diario, serán picantes y con críticas al Gobierno. Más tensión le pone al evento el rol de Techint en el off Gate que terminó con la salida de Kulfas.
Esa tribuna suele fagocitarse a los debilitados de la política. Le pasó a Macri a fines del 2019, cuando ya derrotado fue atendido mientras se caía en una muestra de cómo el poder económico condiciona a la política. Resonó fuerte en los despachos oficiales la frase de CFK de no sentarse a negociar “como amigos”, tanto que fue una de las razones que armó ese paquete de declaraciones off the récord que salieron desde la cartera productiva con destino a la vice.
Es útil y práctica la descripción que hizo CFK en Tecnópolis porque da en el clavo en el concepto. Con el que manda, como los círculos de poder, no puede haber concesiones como en una relación amistosa. Allí el albertismo y el guzmanismo difieren. Pero los hechos hablan: Fernández comió con Rocca y los precios de la chapa volvieron a subir, y lo propio ocurrió horas después de la cena en Olivos con Pagani. Esa forma de relacionarse también pone a prueba al ministro y le carga el peso del éxito o fracaso de innovar con los que juegan siempre al fleje.
En este contexto, cerca de Guzmán aseguran que la relación con el Fondo Monetario (FMI) no condicionará al gasto. De hecho, y más allá de algunas crónicas periodísticas noveladas, descartan en el Gobierno que no se cumplan las metas y que haya un pedido de “Waiver”, una especie de dispensa para cambiar los objetivos del programa.
En los pasillos de Economía se habla bastante poco del FMI, y la lectura del Gobierno es que la geopolítica es la herramienta, en un mundo convulsionado, para que el organismo no sea un impedimento al crecimiento. De todos modos, confían en que las dos primeras revisiones de objetivos del acuerdo se pasarán de manera positiva sin afectar el gasto social del Gobierno en tiempos donde la inflación exige que el Estado reaccione en pos de los que tiene ingresos informales.
Fuente: Página12