Vendía golosinas en una plaza y cuando murió descubrieron que era un pedófilo prófugo

Alfredo Jorge Campanella, de 69 años, falleció el sábado en el hospital local por una afección cardíaca. Al identificarlo, los vecinos descubrieron que en realidad era un prófugo de la Justicia, acusado de violar y fotografiar a menores de edad en 2017. Vivió todo este tiempo con un nombre falso en Río Negro después de escaparse de la Policía.

Con su gorra y gafas negras, “Leo” era una figura familiar en una transitada esquina de Cipolletti, donde vendía alfajores, caramelos y otras cosas dulces. Siempre dijo ser un jubilado de un banco de Mar del Plata, que se “buscaba el mango” en la plaza.

Su apariencia modesta y actitud reservada había provocado simpatía entre muchos vecinos. Algunos incluso se ofrecían a ayudar al “abuelito de las golosinas” pero, detrás de esa fachada inocente, ocultaba un pasado con un terrible prontuario criminal.

Campanella estaba detenido desde el 2017 con prisión preventiva, acusado de por drogar y abusar sexualmente de dos nenas de 10 y 11 años en un hotel alojamiento en la ciudad de La Plata.

La investigación estableció que, antes de perpetrar los abusos, llevaba a las menores a lugares de entretenimiento como el cine y la República de los Niños. Luego, las registraba en hoteles, haciéndolas pasar por sus sobrinas.

El hombre fue detenido durante un allanamiento en uno de esos alojamientos. Los investigadores realizaron un operativo en una de las habitaciones del cuarto piso, donde encontraron al sospechoso junto a dos nenas.

En el lugar, los policías secuestraron un bolso con cremas íntimas, psicofármacos, preservativos, pipetas para enemas y tres cámaras fotográficas. Cuando analizaron el dispositivo, encontraron fotos y videos de las menores sometidas sexualmente. El imputado no aparecía en las imágenes, pero sí se veían sus brazos y sus manos que tocaban a las niñas.

A las víctimas se les realizó una Cámara Gesell en la que contaron que el publicista “siempre le daba de comer cosas que las hacían dormir”. Pero lo más preocupante fueron las pericias médicas que constataron una “defloración de antigua data”, aunque no se pudo determinar si los abusos habían sido realizados por el hombre.

Campanella gozaba del beneficio del arresto domiciliario por su edad, pero tenía que ir a juicio. Enfrentaba una posible condena de hasta 50 años de prisión. Sin embargo, pudo escapar y estuvo prófugo todos estos años en Río Negro. Fue impune hasta el día de su muerte.

Recién después de su fallecimiento, el Gabinete de Criminalística de Cipolletti, a través del uso del sistema Fibios (Centro de Investigaciones Biomoleculares para reconocer un ADN), logró descifrar la verdadera identidad de “Leo” con el entrecruzamiento de sus huellas dactilares.

Fuente: TN

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