Miles de santiagueños más cerca de la pobreza/indigencia
Según el relevamiento mensual de precios de las Canastas Básicas realizado por el Índice Barrial de Precios (IBP) en 280 negocios de 50 barrios de la capital santiagueña; en el mes de julio una familia conformada por dos adultos/as y dos menores precisó $41.504,22 para cubrir sus necesidades básicas durante un mes y no encontrarse por debajo de la línea de pobreza, cuando en julio del año anterior (2019) necesitó $28.376,25 para los mismos gastos. Lo que significa un aumento interanual del 46,26%.
La variación acumulada en los siete meses transcurridos del año 2020 en cuanto a la Canasta Básica Total (CBT); que abarca transporte, salud, indumentaria, educación, entre otros gastos que pueden presentarse, tuvo un aumento del 25,27% en términos
porcentuales.
En el mismo sentido, para cubrir los productos esenciales de la Canasta Básica de alimentos (CBA) la misma familia en julio precisó $16.940,50 para no caer en la indigencia. Cabe mencionar que en julio los precios tuvieron en promedio un aumento del 1,95% en relación al mes de junio.
En julio del año anterior (2019) el grupo familiar necesitó $11.305,28 lo que demuestra un aumento interanual del 49,85%.
Durante los últimos 30 días una familia tipo necesitó $8.550,91 para cubrir los alimentos esenciales en el rubro de almacén. Mientras que, en los productos de verdulería, en julio la misma familia necesitó para sus gastos $2.695,91.
El rubro con aumentos más destacados en el mes de Julio, fue el de las carnes con un aumento porcentual de 8,63%, es decir que se requirió $5.719,68 para cubrir los gastos mínimos.
Según el último informe de ONU Argentina (Mayo 2020) la pobreza y la indigencia en nuestro país fueron en aumento sostenido a partir de la imposición del Aislamiento Preventivo, Social y Obligatorio y puede aumentar del 35,6% al 40,2%, la indigencia subir del 7,7% a 10,8% hasta fin de año.
Después de dos meses consecutivos de descensos en las Canastas Básicas, vimos un reinicio en los incrementos de precios, que amenaza con empujar hacia la indigencia y la pobreza a una nueva franja de familias cuyos ingresos no crecieron en la misma proporción en la que aumentan los productos que componen las Canastas.
El Salario Mínimo, para el que no hubo aumentos en los últimos meses está en $16.875, por lo que una familia que cuenta con dos remuneraciones mínimas está muy lejos del valor de la Canasta Básica Total ($41.504,22 según nuestro informe).
Por su lado, el Salario Social Complementario que cobran los trabajadores de la Economía Popular es de $8.500 a los que se les agregó un refuerzo extra de $3.000 en estos meses de pandemia, con lo que suman $11.500. Si en una familia de dos hijos/as cobran además las dos Asignaciones correspondientes ($3.293 por cada uno/a) tendría en total $18.086, ingreso que apenas alcanza para cubrir la Canasta Alimentaria (de $16.900 según nuestro informe), por lo que la ayuda de la Tarjeta Alimentaria sería vital para cubrir esas necesidades.
Estos son sólo algunos ejemplos que grafican condiciones muy precarias en los hogares cuyos ingresos se han visto seriamente deteriorados, ya sea por la pérdida de cientos de miles de empleos informales, por los despidos de trabajadores registrados producto
del cierre de otras tantas empresas pequeñas y medianas,situaciones que lejos de mejorar se van agravando con el correr de los meses.
El IFE, pagado a nueve millones de personas tres veces a lo largo de cinco meses, en el mejor de los casos sirve a los hogares para rellenar los agujeros presupuestarios que van dejando las subas de
alimentos, productos de limpieza, medicamentos, y otros productos ineludibles.
El aumento permanente de la demanda de alimentos en los comedores comunitarios, el surgimiento diario de nuevas ollas populares organizadas espontáneamente por vecinos y vecinas solidarios/as, es reflejo de extendidas necesidades básicas no
satisfechas que se van a multiplicar si vuelve una nueva ola de aumentos de los precios de los alimentos.
Hoy más que nunca es impostergable implementar el congelamiento de los precios de los productos de la canasta básica, acompañado de un fortalecimiento de los controles para impedir aumentos injustificados.
La posibilidad de que en los hogares de menores ingresos crezcan las necesidades básicas insatisfechas no puede depender de los vaivenes de la demanda, o de los cálculos de más o menos ganancias de parte las grandes empresas que controlan las cadenas de producción y comercialización.
Tec. Alejandra Monjes Rosales
ISEPCI-SDE